Las Hormigas Enseñan a Los Humanos.
Un grupo feliz y pacífico de hormigas vivía en un gran y excepcionalmente hermoso bosque. Siempre trabajaban juntas como un equipo. Compartían todo entre sí, se ayudaban mutuamente en tiempos de necesidad y respetaban a su reina. Tenían un lema: "La unión hace la fuerza".
Un día descubrieron un extraño dispositivo cerca de su nido. Era una máquina que podía agrandar o reducir cosas. Las hormigas estaban curiosas y decidieron investigarlo. Se subieron y presionaron un botón. ¡De repente, se hicieron tan grandes como los humanos!
Las hormigas estaban sorprendidas pero también felices. Pensaron que ahora podrían aprender más sobre el mundo. Decidieron aventurarse y conocer a los humanos. Esperaban que los humanos también fueran amables y colaborativos.
Pero cuando llegaron a una ciudad, vieron algo muy diferente. La gente estaba ocupada, apurada y descortés. Peleaban, discutían y se robaban entre sí. Contaminaban el aire, el agua y el suelo. No tenían respeto por la naturaleza ni por los demás. No tenían lema, o tal vez sí: "Cada uno por sí mismo".
Las hormigas estaban impactadas y tristes. No entendían por qué la gente vivía así. Querían ayudarlos a mejorar. Pensaron que podrían enseñarles a los humanos cómo colaborar adecuadamente, como lo hacían las hormigas.
Decidieron abrir una escuela para los humanos. Invitaron a la gente a asistir a sus clases. Les contaron sobre su vida como hormigas, cómo se ayudaban mutuamente, cómo resolvían problemas, cómo honraban a su reina. Les mostraron cómo comunicarse, organizarse y coordinarse. Enseñaron a los humanos su lema: "La unión hace la fuerza".
Al principio, los humanos estaban sorprendidos y asustados, pero pronto se interesaron y se entusiasmaron. Escucharon a las hormigas, hicieron preguntas y participaron. Aprendieron mucho de las hormigas y comenzaron a cambiar su forma de vida. Se volvieron más amables, más serviciales y más respetuosos. Peleaban menos, generaban menos basura y se divertían más. Comenzaron a cuidar la naturaleza y a los demás. Adoptaron el lema de las hormigas: "La unión hace la fuerza".
Las hormigas estaban orgullosas y felices. Habían ayudado a los humanos a colaborar eficazmente. Habían hecho el mundo un poco mejor. Decidieron regresar a su nido y compartir su experiencia con otras hormigas. Se despidieron de los humanos y les agradecieron por su atención. Los humanos agradecieron a las hormigas por su sabiduría y prometieron recordar sus lecciones. Agitaron hacia las hormigas y gritaron su lema: "La unión hace la fuerza".
Subieron de nuevo a la máquina y presionaron otro botón. Volvieron a ser tan pequeñas como las hormigas. Estaban contentas de haber contribuido a la unidad de los humanos.